La falsa vesícula y otros cuentos
Antonio Barrasa Shaw • 10 de febrero de 2020
Otro bulo que aparece por la consulta con cierta frecuencia es ese que dice que hay que vomitar la anestesia. Obviamente, el vómito no es una vía de eliminación de eliminación de la anestesia (si lo fuera, los pacientes no se podrían despertar sin vómitos) sino un posible efecto secundario. La anestesia se elimina por el riñón, el hígado y, si acaso, los pulmones, pero nunca vomitando.
No pasaría nada y sería una simpática manera de confortar al paciente que tiene vómitos postoperatorios si no fuera por el temor que infunde a muchos pacientes asumiendo que lo pasarán mal al despertar y hasta que consigan vomitar toda la anestesia.
¡Y qué decir de la asociación entre las pipas y la apendicitis! No recuerdo cuantas veces he oído esta historia. Lo que nadie me pudo aclarar nunca es si el problema es solo con las de girasol, las de calabaza o afecta a ambas por igual. Tampoco he sido capaz de identificar una pipa en ninguno de los apéndices que he extirpado a lo largo de mi vida profesional.
Claro, que tampoco conozco a nadie que me diga que con la deposición le salen las pipas que tomó unas horas antes. Me da a mi que las pipas se van a digerir a lo largo del intestino delgado y al apéndice van a llegar los mismos restos que de cualquier otro alimento.

Resulta curioso ver cómo reacciona el ser humano. Muy pocas personas se lo piensan dos veces cuando les dices que hay que hacer una biopsia o extirpar una mancha que ha aparecido en una radiografía o un TAC y del que no eran conscientes, solo porque existe un pequeño (muchas veces menor del 10%) riesgo de que sea maligno. Sin embargo, cuando les recomiendas una intervención para la obesidad, que les está causando dolores articulares, hipertensión o diabetes y que les multiplica el riesgo de cáncer o infarto, le dan una y mil vueltas antes de decidirse.